En condiciones estables en la pareja se establece un statu quo que permite la convivencia, aunque sea dura y aversiva. Es en los periodos en los que ocurren cambios importantes cuando es más probable que se desencadenen los conflictos graves. Cambios como la paternidad/ maternidad, el abandono del hogar de los hijos, la jubilación, alguna enfermedad grave, etc. pueden ser el desencadenante de un problema que en realidad puede llevar larvado mucho tiempo.
Claramente
las parejas con conflictos tienen mayores discusiones e interacciones que son
problemáticas y les es muy difícil encontrar una salida a la forma de
enzarzarse. Desde un enfoque cognitivo conductual se han analizado con detalle
como son los patrones de relación en las parejas con problemas, sobre todo en
la comunicación y en las habilidades de resolución de problemas. (una
descripción más amplia de algunos de estos modelos se puede ver en Cáceres,
1996).
Se han
determinado patrones conductuales que se instalan en las parejas con conflictos
(Finchman y Beach, 1999a):
El más
problemático es cuando a una comunicación negativa se responde generalmente con
otra comunicación negativa por parte del otro estableciéndose una reciprocidad
en la negatividad que puede acabar en una escalada de violencia. A la escalada
verbal suele contribuir en mayor medida la mujer. Las mujeres que no lo hacen
es porque tienen más capacidad de razonar en esas circunstancias sobre sus pensamientos
y cambiar la respuesta más automática. Este patrón de reciprocidad negativa
aparece también en los matrimonios que no tienen problemas; pero con mucha
menos frecuencia, en ellos una interacción negativa es seguida frecuentemente
por una respuesta positiva o por ninguna respuesta. El patrón de reciprocidad
positiva se da en ambos tipos de matrimonios. (Gottman, 1998). Es por tanto la
reciprocidad negativa, que de alguna manera es más “justa” uno de los patrones
de interacción que más frecuentemente se asocia con los problemas de pareja.
Este patrón es un estado absorbente, es decir, es muy difícil salir de él.
Otro
patrón problemático aparece cuando la mujer da respuestas hostiles mientras que
el hombre se retira o no contesta, ante lo que la mujer incrementa su
hostilidad. En los matrimonios armoniosos se da también este patrón aunque con
menor frecuencia y a menudo acaba con la retirada de ambos.
Uno de los
métodos que se utilizan para resolver los problemas de comunicación es el
empleo de la metacomunicación, es decir, reflexionar sobre la forma en que se
está dando la comunicación. Por ejemplo, se dice “no me estás escuchando” para
intentar que haya una escucha, pero el mensaje no verbal agresivo va
acompañado, en general, por un componente no verbal agresivo, y el que responde
lo hace al componente agresivo, lo que lleva a más discusiones, metiéndose en
un círculo vicioso. En los matrimonios sin problemas contestan a la
metacomunicación y no al componente emocional.
Como
patrones de comunicación problemáticos Gottman (1998) añade la presencia de los
cuatro jinetes del Apocalipsis que pueden conducir a la pareja al divorcio: la
crítica, la actitud defensiva, el desprecio y hablar mucho para que el otro no
pueda dar su opinión. Para este autor se comienza con la crítica que lleva a
los otros jinetes.
Todos
estos patrones de conductas pretenden la mayoría de las veces resolver el
conflicto, pero no solamente no lo resuelven, sino que lo perpetúan y la propia
interacción se convierte en el problema que lleva a la separación. No siempre
los conflictos llevan a la ruptura. Se ha reportado un tipo de conflictos en
los que el marido se enfada e inicia la discusión con ánimo de resolver el
problema. Cuando se tiene éxito, la relación puede salir fortalecida, en
estos casos el conflicto vivido por los hijos no es negativo para ellos,
incluso puede ser una ocasión para aprender a ser asertivos. (Finchman y Beach,
1999a).
Se han
estudiado también los elementos cognitivos que preceden, están asociados al
conflicto y a veces pueden desencadenarlo. Epstein y colaboradores (1993)
identifican los siguientes:
La
atención selectiva. Los miembros de la pareja tienden a valorar de forma muy
diferente la frecuencia con la que ocurren determinadas conductas, fijándose en
aquello que les duele y dándole subjetivamente mayor frecuencia, para lo que
acuden a buscar en la historia de la pareja hechos similares con los que
intentan confirmar su percepción actual, o simplemente justificando su miedo a
que ocurra algo aversivo (Ver también Sillar et al, 2000).
Atribuciones.
La atribución del problema a determinadas causas se ve como un elemento
necesario para su solución, de aquí la importancia de que las atribuciones
estén realizadas correctamente. Un tipo de atribuciones que incrementan los
problemas, son aquellas en las que se atribuye al otro la responsabilidad de
los problemas comunes. Lo mismo ocurre con aquellas en las que se atribuye la
conducta negativa del otro a malas intenciones, siendo casi imposible probar su
falsedad. Este tipo de atribuciones intensifica el conflicto al incrementar los
ataques verbales que intentan culpabilizar y avergonzar al otro.
- En las
parejas en conflicto se atribuyen las principales causas de los conflictos
a rasgos globales, internos y estables, que son imposibles de cambiar.
Cuando pierden la esperanza de cambiar al otro, o escalan la agresividad
aún a sabiendas de que no vale para nada o se retiran y se deprimen.
- Dentro de
los problemas generados por las atribuciones mal hechas está la de
atribuir al otro la capacidad de hacer el cambio necesario para la
solución del problema, suponiendo que no lo hace porque no quiere y
entonces se le culpa y ataca.
- La
discrepancia en las atribuciones sobre la causa de los problemas, puede
ser a su vez causa de problemas. Por ejemplo si la esposa cree que
el marido piensa que su personalidad es la causa de los problemas y no
está de acuerdo, esto se convierte de nuevo en un foco de discrepancia.
Expectativas.
Es evidente que si no se tienen expectativas de solución la posibilidad de que
los problemas se resuelvan son mucho menores, se deja de buscar y de
intentarlo. En consecuencia pueden darse problemas de depresión al producirse
indefensión. Cuando tienen la creencia de que los problemas se pueden resolver
se dan más posibilidades de que se resuelvan.
Suposiciones
y estándares. Si aparece una discrepancia entre lo que creen los esposos que
debería ser el matrimonio y lo que perciben que es, tanto en cualidad como en
cantidad, los problemas están asegurados. No es necesario que sean conscientes
de la discrepancia para que aparezcan los conflictos. Sin embargo las
diferencias reales entre los estándares de ambos componentes tienen poca
correlación con el nivel de satisfacción del matrimonio, siempre y cuando no
exista discrepancia entre lo que “debería ser y lo que es”, cada uno de ellos
puede pensar que se cumplen en el matrimonio.
Las
creencias irracionales pueden ser una de las fuentes de conflicto en las
parejas. Eidelson y Epstein (1982) listan algunas de ellas: Estar en desacuerdo
es destructivo de la relación, los miembros de la pareja deben ser capaces de
averiguar los deseos, pensamientos y emociones del otro, los miembros de la
pareja no pueden cambiarse a sí mismos o a la naturaleza de la relación, uno
debe ser un compañero sexual perfecto del otro, los conflictos entre hombre y
mujeres se deben a diferencias innatas asociadas al sexo que se muestran en las
necesidades y en la personalidad.
Gottman y
Levenson (1986) explican como las diferencias fisiológicas entre hombres y
mujeres pueden influir en los conflictos de la pareja. Para estos autores el
hombre muestra incrementos más amplios de actividad autonómica ante el estrés,
cambios que se disparan más fácilmente y tardan más en recuperarse que en la
mujer. Por eso se ven inclinados a evitar todas aquellas situaciones asociadas
con un alto nivel de activación. En consecuencia intentan un clima racional
dentro de las relaciones, para lo que adoptan patrones más conciliadores y
menos generadores de conflicto, y si este empezase tienden a retirarse antes
que la mujer. Cuando el enfado y la hostilidad de ella generan enfado y
hostilidad en él, esta genera miedo en ella, el cual genera más hostilidad y
enfado en él produciéndose la escalada del conflicto.
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